La Guerra de la Independencia de México tiene un principio y un fin muy claro. Comienza con el Grito de Dolores, el 16 de septiembre de 1810, y no termina hasta la entrad en la ciudad de México del ejército Trigorante, el 27 de septiembre de 1821.
Este movimiento revolucionario está muy influenciado por los pensamientos de índole liberal y por la Ilustración. Esta situación y el mal momento que vive España debido a la invasión por parte de Francia de Madrid, quedando finalmente en el poder José Bonaparte, hermano de Napoléon Bonaparte, hacen que las condiciones en el territorio mexicano cambien.
Jose de Iturrigay no considera a José Bonaparte un rey legítimo, planeando por ello un golpe de estado. Esta maniobra fue un fracaso, pero distintos grupos se juntaron con el fin de seguir sus pasos, decidiendo finalmente tomar las armas, por orden de Miguel Hidalgo y Costilla, el 16 de septiembre de 1810.
Este es el inicio de un movimiento independentista del por varias circunstancias hubo muchos líderes, unas veces por su muerte en batalla y otras ejecutados por las fuerzas españolas. En un principio lo que se exigía era la soberanía de Fernando VII tanto en España como en sus colonias, pero según se fueron desarrollando los acontecimientos, estas exigencias eran mayores, incluyendo entre sus propósitos la abolición de la esclavitud.
El hecho transcendente de esta guerra fue sin duda la restauración de la Constitución de Cádiz. Dicha ley afectaba negativamente a los criollos que, hasta este momento, se habían mantenido al margen, uniéndose al movimiento de la independencia.
Después de lo ocurrido, la revuelta cogió más fuerza, y el 27 de septiembre de 1821, el territorio conocido como Nueva España comenzó a llamarse el Imperio Mexicano. A pesar de el cambio de nombre, España no reconoció la independencia hasta 1836, con el fallecimiento de Fernando VII.
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